Cuentos para unos cuantos: Solo los locos

Buscaba una salida alejándose del punto de partida. Todo el lugar era simplemente de locos, el pasto, los colores, el cielo azul, la gente sonriente, todo era tan feliz que inspiraba una especie de locura. Sí, solo los locos pueden ser tan felices. La pequeña puerta se había abierto sin más. Su equipaje caminaba alegremente a su lado, dando saltitos apurados, pero a la vez tan gráciles que apenas inmutaban a la yerba. Llevaba un vestido azul. Llevaba un vestido azul y un moño que recogía cuantos bucles podía de su pelo rubio. Saltito a saltito, llegarían a la puerta al otro extremo del valle. No había manera de que soportara más ese lugar.

Buscaba una salida alejándose del punto de partida. Todo el lugar era simplemente de locos, el pasto blanco, acababa de nevar por allí, los colores fríos se adueñaban de los tejados, el cielo parecía, por sus colores y sus sonidos, estar regañando a alguien. Pero los habitantes eran felices, sonreían de extremo a extremo de sus caras en una mueca casi grotesca. Eran tan felices que inspiraban una especie de locura. Sí, solo los locos pueden ser tan felices, los locos y los enamorados. La pequeña puerta se había abierto después de mucho caminar. Su equipaje caminaba alegremente a su lado, mirando el cielo con una sonrisa soñadora en el rostro, casi como si fuera el mejor día de su vida. Llevaba el vestido azul rasgado. Llevaba el vestido azul rasgado y el pelo le caía en bucles dorados en la espalda. Caminando, poco a poco, llegarían a la puerta en el otro extremo del valle. No había manera de que soportara más ese lugar.

Buscaba una salida alejándose del punto de partida. El lugar era simplemente maravilloso. La hierba anegada en sangre hacía que los pies se pegaran, como caminar sobre azúcar fundida. Los colores más cálidos se adueñaban de los tejados. El cielo miraba hacia abajo como si amenazara con tragárselo todo. Pero los habitantes eran felices. Las cabezas despedazadas parecían jalea de fresa. Los gusanos eran como pequeñas grajeas que corroían sus carnes. Cuando alguien era despedazado frente a mis ojos, sonaba macabramente parecido a la gelatina, y luego sus cuerpos caían ante mí como caldo granulado de frijol. Era tan feliz que ya no podía haber locura, todo era perfección, simple perfección. Solo los locos pueden ser tan felices, solo los enamorados pueden acercarse a la felicidad que supone morir. Porque ambos ya están casi muertos. 

Mi equipaje apuntó hacia mí su mirada. Su vestido cubierto de sangre. Su cuello ahora hacía oscilar su cabeza como un macabro acordeón de tendones.


—Si tanto te gusta la muerte. Si tanto te gusta la muerte. Si tanto te gusta la muerte.


Buscaba una salida alejándose del punto de partida. No había lugar. Nunca hubo lugar. Solo los locos tienen lugar. Solo los locos repiten el proceso. Solo los locos son felices.

Resulta que mi única salida se encontraba donde comenzó mi travesía.


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Comentarios

  1. Me encanta la historia, es muy entretenida leerla, lógicamente entraré en Wattpad con gusto a leer más...y por supuesto compartiré este contenido...

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